El mercado se expande en todo el mundo y toca cada vez a más personas enraizadas en diferentes culturas. Sería ingenuo asumir que esta globalización no implica serios problemas. Frente a enormes deberes como la defensa del medio ambiente, la lucha contra la pobreza, el mantenimiento de la paz y el bienestar de las futuras generaciones es necesario que nos planteemos las siguientes preguntas: ¿Cuál es el aporte de la economía? ¿Hasta qué punto se relaciona con los desafíos que tenemos que enfrentar? Las respuestas son múltiples y la discusión sobre la orientación de la economía sigue siendo urgente: la economía atañe al bien del ser humano y, por lo tanto, concierne también a la teología moral.